viernes, 29 de noviembre de 2013

Agradecimientos

pp. 141–142 “The Fifth Philosopher's Song”  ('La Canción del Quinto Filósofo'), de La Poesía Completa de Aldous Huxley editada por Donald Watt. Copyright © 1971 por Laura Huxley. Reproducida con permiso de Mrs. Laura Huxley y Chatto & Windus Ltd, además con permiso de Harper & Row, Publishers, Inc. (USA)

p. 16 “McAndrew's Hymn” ('Himno de McAndrew's') de Richard Kipling. Extracto reproducido con  permiso de Doubleday & Company Inc.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Nota a la Edición de Bolsillo de Oxford


Supongo que la mayoría de científicos -la mayoría de  autores- tienen una obra de la que dirían: "no importa si nunca lees nada de lo mío, por favor, por lo menos lee esto". Para mí, es El Fenotipo Extendido. En particular, los últimos cuatro capítulos constituyen el mejor candidato al título de "innovador" que tengo que ofrecer. El resto del libro establece un poco la clasificación necesaria para eso. Los capítulos 2 y 3 son réplicas a las críticas de la ahora ampliamente aceptada visión del "gen egoísta" sobre la evolución. Los capítulos centrales tratan sobre las "unidades de selección", controversia actualmente de moda entre los filósofos de la biología, tomando el punto de vista del gen; tal vez la contribución más útil aquí es la distinción 'Replicantes y Vehículos'. Mi intención era que esta parte resolviera toda la controversia ¡de una vez por todas!


   En cuanto al propio fenotipo extendido, nunca he contemplado ninguna alternativa a colocarlo al final del libro. Sin embargo, esta política tiene una desventaja. Los capítulos previos inevitablemente centran la atención sobre el tema general de las "unidades de la selección", ​​lejos de la idea más novedosa del propio fenotipo extendido. Por esta razón he dejado caer el subtítulo original, "El Gen como Unidad de Selección", a partir de esta edición. La sustitución, "El Largo Alcance del Gen", captura la idea del gen como el centro de una red de potencia radiante. Por otra lado el libro está sin cambios, aparte de correcciones menores.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Prefacio (III)

Para mí, escribir es casi una actividad social, y estoy agradecido a los muchos amigos que han participado,  a veces sin saberlo, a través del debate, la argumentación y el apoyo moral. No puedo agradecer a todos por su nombre. Marian Stamp Dawkins no sólo ha proporcionado criticismo sensible y conocedor de todo el libro en sus varios borradores. También me ha hecho creer en el proyecto, incluso en los momentos en que perdí mi confianza. Alan Grafen y Mark Ridley, oficialmente mis estudiantes de postgrado, de verdad,  en sus diferentes maneras, mis mentores y guías a través del difícil territorio teórico, han influido inmensamente en el libro. En el primer borrador sus nombres parecían colarse en casi todas las páginas, y no fue hasta que los disculpables gruñidos de un árbitro me obligaron a desterrar al Prefacio mi reconocimiento de deuda con ellos. Cathy Kennedy logra combinar estrecha amistad hacia mí con profunda simpatía por mis críticos más acérrimos. Esto la ha puesto en una posición única para aconsejarme, especialmente en los primeros capítulos en los que intento  responder las críticas. Me temo que a ella aún no le gusta el tono de estos capítulos, pero la mejora que puede haber es en gran parte debida a su influencia, y le estoy muy agradecido.

   Tuve el privilegio de tener el primer borrador criticado en su totalidad por John Maynard Smith, David C. Smith, John Krebs, Paul Harvey y Ric Charnov, y el proyecto definitivo debe mucho a todos ellos. En todos los casos actué con su consejo, aunque no siempre lo tomé . Otros amablemente criticaron capítulos en sus propios campos especiales: Michael Hansell el capítulo de artefactos, Pauline Lawrence el de los parásitos, Egbert Leigh el de la aptitud, Anthony Hallam la sección de equilibrio puntuado, W. Ford Doolittle el del ADN egoísta, y Diane De Steven las secciones botánicas. El libro se terminó en Oxford, pero comenzó durante una visita a la Universidad de Florida en Gainesville en un año sabático amablemente concedido por la Universidad de Oxford y el Guardián y Miembros del New College . Doy las gracias a mis muchos amigos de Florida por darme una atmósfera tan agradable en la que trabajar, especialmente Jane Brockmann, quien también proporcionó crítica constructiva de los anteproyectos y Donna Gillis, quien también hizo parte de la mecanografía. Me he beneficiado, también, de la exposición de un mes a la biología tropical como invitado agradecido del Smithsonian Institut en Panamá durante la escritura del libro. Por último, es un placer, una vez más, dar las gracias a Michael Rodgers, ex integrante de Oxford University Press y ahora de WH Freeman and Company, un editor de 'de selección K ' que realmente cree en sus libros y es su incansable defensor .

                                                                                                             Richard Dawkins
Oxford 
Junio 1981 

sábado, 9 de noviembre de 2013

Prefacio (II)

Siento que sea necesario, y siento si una nota de exasperación se cuela de vez en cuando. Confío, por lo menos, que mi exasperación quede con buen humor. Es necesario señalar los malentendidos del pasado y tratar de evitar su repetición, pero no quisiera dar una sensación agraviada de que los malentendidos han sido generalizados. Se han limitado a zonas numéricamente muy delimitadas, y en algunos casos más orales. Agradezco a mis críticos por obligarme a pensar de nuevo en la forma de expresar los asuntos difíciles con mayor claridad.
  
Pido disculpas a los lectores que puedan encontrar un trabajo favorito y relevante que falte en la bibliografía. Hay aquellos capaces de detallar comprehensiva y exhaustivamente  la literatura de un gran campo, pero yo nunca he sido capaz de entender cómo lo lograron. que los ejemplos que he citado son un subconjunto de los que podría haber citado, y son a veces los escritos o las recomendaciones de mis amigos. Si el resultado parece sesgado, bueno, por supuesto que es parcial, y lo siento. Pienso que casi todo el mundo debe estar un tanto sesgado en este aspecto.
   Un libro inevitablemente refleja las actuales preocupaciones del autor, y esas preocupaciones es probable que estén entre los temas de sus más recientes artículos. Cuando los artículos son tan recientes que sería una invención artificial cambiar sus palabras, no he dudado en reproducir un párrafo casi palabra por palabra aquí y allá. Estos párrafos, que se encuentran en los capítulos 4, 5, 6 y 14, son una parte integral del mensaje de este libro, y su omisión sería tan artificial como realizar cambios gratuitos en su redacción.

   La frase inicial del capítulo I describe el libro como una obra de abogacía descarada, pero, bueno, ¡tal vez yo sea un poco descarado! Wilson (1975, pp 28-29) ha castigado con razón el "método de abogacía" en cualquier búsqueda de la verdad científica, y por tanto he dedicado parte de mi primer capítulo a circunstancias atenuantes. Ciertamente no quisiera que la ciencia adoptara el sistema jurídico en el que los abogados profesionales hacen lo posible  por defender una postura, aunque crean que es falsa.
Creo profundamente en la visión de la vida que este libro defiende, y lo he hecho, al menos en parte, durante mucho tiempo, como mínimo desde la época de mi primer trabajo publicado, en el que caractericé adaptaciones como favorecedoras de «la supervivencia de la genes animales ... "(Dawkins, 1968).
Esta creencia -que si las adaptaciones deben ser tratadas como "por el bien de" algo, ese algo es el gen- era el supuesto fundamental de mi libro anterior. Este libro va más allá. Para dramatizar un poco, intenta liberar el gen egoísta del organismo individual en el que ha estado en prisión conceptual. Los efectos fenotípicos de un gen son las herramientas con las que se impulsa a sí mismo hacia la siguiente generación, y estas herramientas pueden "extenderse" hasta el exterior del cuerpo en la que el gen se encuentra, incluso llegar a profundizar en el sistema nervioso de otros organismos. Dado que no es una situación factual la que estoy defendiendo, sino una manera de ver los hechos, quería advertir al lector de que no espere "evidencia" en el sentido normal de la palabra. Anuncié que el libro fue un trabajo de abogacía, porque estaba ansioso de no decepcionar al lector, para no llevarla  a falsas pretensiones y hacerle perder el tiempo.

   El experimento lingüístico de la última frase me recuerda que ojalá tuviera el coraje de instruir al ordenador para que feminizara los pronombres personales aleatoriamente a través del texto. No sólo porque admiro la actual sensibilización hacia el sesgo masculino en nuestra lengua. Cuando escribo tengo un lector imaginario particular en mente (diferentes lectores imaginarios supervisan y "filtran" el mismo pasaje en numerosas revisiones sucesivas) y al menos la mitad de mis lectores imaginarios son, al igual que al menos la mitad de mis amigos, hembras. Desafortunadamente, en inglés todavía es cierto que lo inesperado de un pronombre femenino, donde se espera uno neutral, distrae seriamente la atención de la mayoría de los lectores, de uno u otro sexo. Creo que el experimento del párrafo anterior corrobora esto. Por tanto, en este libro he seguido con pesar la convención estándar.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Prefacio (I)

   El primer capítulo es en parte un Prefacio, explicando lo que el libro se propone y lo que no se propone conseguir, así que aquí puedo ser breve.
   No es un libro de texto, ni una introducción a un campo establecido. Es una visión personal de la evolución de la vida, y en particular de la lógica de la selección natural y del nivel en la jerarquía de la vida en el que puede decirse que la selección natural actúa. Sucede que soy etólogo, pero espero que las preocupaciones sobre el comportamiento animal no serán demasiado notables. El alcance previsto de la obra es más amplio.
   Los lectores para los que estoy principalmente escribiendo son mis colegas profesionales, biólogos evolutivos, etólogos y sociobiólogos, ecólogos, y filósofos y humanistas interesados en la ciencia evolutiva, incluyendo, por supuesto, graduados e interesados en todas estas disciplinas. Por consiguiente, aunque este libro es en algunos aspectos la secuela de mi libro previo, El Gen Egoísta, se asume que el lector tiene conocimiento profesional de la biología evolutiva y sus términos técnicos. Por otro lado, se puede disfrutar un libro profesional como espectador, aunque no se participe en la profesión. Algunos no especialistas que han leído este libro en su boceto han sido lo bastante amables, o lo bastante educados, como para decir que les ha gustado. Me daría una gran satisfacción creerles, y he añadido un glosario de términos técnicos que espero pueda ayudar. He intentado además hacer el libro tan cercano como sea posible para que sea disfrutable de leer. El tono resultante posiblemente pueda irritar algunos profesionales serios. Espero mucho que no sea así, porque los profesionales serios son la audiencia principal a la que quiero me quiero dirigir. Es imposible contentar a todo el mundo en el estilo literario, como en cualquier otra materia de gustos, y los estilos que dan el más positivo placer a algunos son a menudo los más enojantes para otros.
   Sin duda el tono del libro no es conciliador ni de disculpa -no es ése el estilo de un abogado que cree sinceramente en su caso- así que debo empacar toda apología dentro del Prefacio. Algunos de los primeros capítulos contestan a las críticas de mi anterior libro, lo que puede repetirse como respuesta al actual.