viernes, 22 de diciembre de 2017

Capítulo 12.- Fenotipos Hospedadores de Genes Parásitos (211)

Pero todo este razonamiento presupone que los únicos genes que tienen poder sobre la variación del grosor de la concha son los genes del caracol. ¿Qué pasa si algunos de los factores causales que son, por definición, ambientales desde el punto de vista del caracol, resultan ser genéticos desde algún otro punto de vista, pongamos desde el tremátodo? Supongamos que adoptamos la sugerencia hecha anteriormente de que algunos genes de tremátodo son capaces, a través de una influencia sobre la fisiología de caracol, de ejercer un efecto sobre el espesor de concha de caracol. Si el grosor de la concha influye en el éxito de la replicación de dichos genes tremátodos, la selección natural está obligada a trabajar en las frecuencias relativas de sus alelos en el acervo genético tremátodo.  Los cambios en el grosor de la concha de caracol pueden considerarse, pues, al menos en parte, como posibles adaptaciones para el beneficio de los genes del tremátodo.     
     
     Ahora bien, es muy poco probable que el espesor óptimo de la concha desde el punto de vista de los genes de los tremátodos sea el mismo que el óptimo desde el punto de vista de los genes de los caracoles. Por ejemplo, se seleccionarán los genes del caracol por sus efectos beneficiosos sobre la reproducción del caracol, además de para su supervivencia, pero (salvo en circunstancias especiales en las que nos vamos a entrar) los genes de tremátodos pueden valorar la supervivencia de caracol, pero no lo harán en absoluto sobre su reproducción. Por tanto, en la disyuntiva inevitable entre las exigencias de la supervivencia y de la reproducción del caracol, los genes del caracol serán seleccionados para producir un compromiso óptimo, mientras que los genes del tremátodo serán seleccionados para devaluar la reproducción del caracol a cambio de dar ventaja a la supervivencia del caracol, y por consiguiente para engrosar la cáscara. Un engrosamiento de la concha de caracoles parasitados es, como se recordará, el fenómeno observado con el que empezamos.

     Aquí puede objetarse que si bien un tremátodo no tiene participación directa en la reproducción de su propio caracol hospedador, sí que participa en general en la existencia de una nueva generación de caracoles. Esto es cierto, pero hay que tener mucho cuidado antes de utilizar el hecho de predecir que la selección favorecería las adaptaciones del tremátodo para mejorar la reproducción del caracol. La pregunta que tenemos que hacernos es ésta. Dado que el acervo genético del tremátodo estaba dominado por genes que ayudaban a la reproducción del caracol en detrimento de la supervivencia del caracol, ¿la selección favorecería un gen tremátodo egoísta que sacrificase la reproducción de su caracol hospedador en particular, incluso castrando parasitáriamente al caracol, en interés de la prolongación de la vida de ese hospedador, y por tanto de la promoción de su propia supervivencia y de la reproducción? Excepto en circunstancias especiales, la respuesta es sin duda que sí; tal gen raro invadiría el acervo genético del tremátodo, puesto que podría explotar el suministro gratuito de nuevos caracoles alentado por la mayoría solidaria de la población de tremátodos. En otras palabras, el favorecer la reproducción del caracol a expensas de la supervivencia del caracol no sería una EEE del tremátodo. Los genes de tremátodo que logran desplazar la inversión de los recursos del caracol desde la reproducción hacia la supervivencia tienden a ser favorecidos en el acervo genético del tremátodo. Es totalmente plausible, por tanto, que el espesor extra de conchas observado en los caracoles parasitados sea una adaptación del tremátodo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario